Si el producto es agradable a la vista no basta para sobresalir entre la competencia, se tiene que ser útil, eficiente, fácil de usar, agradable, entre otras cosas para que los usuarios te prefieran.
Uno de los ejemplos más sencillos sobre lo que es la experiencia de usuario es una visita a un restaurante. Este puede ser bello a la vista, con un ambiente agradable y una atención al cliente rápida y amable. El servicio es rápido y la comida es excelente, pero al momento de pagar, se te informa que no cuentan con terminal de tarjetas de crédito y no tienes efectivo.
Por un detalle como ese, puede que tu experiencia sea arruinada casi por completo y cause en ti una razón por la cual no volver a visitar el restaurante, a pesar de que en general el resto de la experiencia fue agradable.
Actualmente vivimos en una época en la que todo es rápido y las primeras impresiones tienen una relevancia suficientemente fuerte como para hacer que una persona ni siquiera considere darle una segunda oportunidad a un producto. Ahora, tomando en cuenta la facilidad de comunicación que existe en la actualidad, una opinión favorable o desfavorable puede llegarle rápidamente a una gran cantidad de personas.
Dejar de lado la experiencia de usuario es algo que no podemos permitirnos si queremos brindar una experiencia que cree en nuestros usuarios lealtad hacia nuestro producto o marca, convirtiéndolos en clientes promotores.
Escrito por Mariana Quintana, Diseñadora Digital UX.
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